El otro día me preguntaban: ¿Hasta qué punto hay que ahorrar y guardar para mañana y dejar de vivir el presente Marcos?
La palabra ahorro proviene del árabe “hurr”, que significa libre, en oposición a ser un esclavo. En la Edad Media se usaba el término “horro” que se refería a “dar libertad a un esclavo o prisionero”.
Evolucionó hasta que el pueblo chino, egipcio e inca guardaba parte de sus cosechas para poder sobrevivir en los tiempos de sequía, por ejemplo.
Sin embargo, a nosotros hoy ¿nos preocupa el problema que podamos tener el día de mañana?
Este gráfico representa la evolución de la tasa de ahorro entre los españoles desde 1999 hasta hoy.
Es curioso, ¿pero en qué momento se ve un aumento del ahorro? Después de la crisis inmobiliaria de 2008.
¿Y luego qué ha pasado? En el gráfico se ve perfectamente la evolución decadente, algo me dice que no hemos aprendido y hemos ido olvidándonos año tras año.
En primer lugar me gustaría hablar de cortoplacismo.
Mucho del funcionamiento de nuestro cerebro para decidir está orientado a tener remuneraciones inmediatas. En este sentido, la sed, el hambre o incluso el deseo sexual, tienen como función evolutiva impulsar a seres humanos a resolver sus necesidades de inmediato, porque éstas están asociadas a su supervivencia.
Esta condición de urgencia en la recompensa afecta el conjunto de los procesos de decisión.
Tomar decisiones sobre ahorro implica la capacidad de visualizar recompensas de largo plazo, y para una gran proporción de las personas, ganan los impulsos que promueven una satisfacción inmediata.
¿Pero y por qué nosotros no somos previsores como nuestros ancestros que guardaban para tiempos de sequía?
¡Hoy en día muchas personas han empezado a padecer el síndrome FOMO (Fear of Missing Out, miedo a perderse algo, en español)!
Diría que ha sido un cambio evolutivo en la forma de pensar del ser humano acompañado de la sociedad en que vivimos.
El cortoplacismo y el síndrome de FOMO hace que, como hemos visto en el gráfico: abordemos el problema (ahorremos) cuando la tragedia ya ha ocurrido (crisis de 2008).
¿Y luego? Luego nos olvidamos de lo que ha pasado y actuamos de la misma manera. Nos encanta la recompensa inmediata.
¿La conclusión? No hay una sola respuesta.
Se trata de encontrar el balance perfecto entre disfrutar del ahorro y disfrutar del gasto.
Todos nos sentimos bien haciendo ambas cosas, pero lo difícil para muchos es encontrar el equilibrio.
Me despido, no sin antes decirte que, si cuentas con ayuda:
Se puede conseguir TODO, sin renunciar a NADA.