Dicen que los amigos de verdad se cuentan con una sola mano. Siempre van a estar ahí y tenemos que conservar, mimar y cuidar.
Con los clientes, pasa lo mismo: Tener clientes que confían en ti es un tesoro, ese que aporta la seguridad profesional.
En un capítulo del pasado quedó la época en que la estabilidad laboral era sinónimo de empleo indefinido. ¿Después del covid-19 aún confías en un puesto de trabajo fijo? Los de la crisis de las puntocom o el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ya aprendieron.
La globalización o la transformación digital se encargan de recordarnos que un puesto fijo ya no es para siempre y hay que adaptarse. Es más, los millennials no quieren atarse a un sitio y prefieren trabajar por proyectos para tener libertad de movimiento.
Ser emprendedor es una salida laboral que cada vez gana más peso por el control que se tiene de la propia trayectoria y del tiempo y por el crecimiento personal, profesional y económico que se logra.
He comentado más de una vez que cuando empecé a ser emprendedor, renunciar a un sueldo fijo me causaba pavor, además echaba de menos la satisfacción que produce que un cliente llame a tu puerta.
Hoy, con una cartera de clientes estable, los temores del principio desaparecen y el futuro se ve con más tranquilidad.
¿Cómo conseguir esa estabilidad siendo un profesional autónomo?
Primero hay que dedicarle muchas horas, propias y ajenas. La ayuda de los que te rodean es fundamental para sacar adelante un proyecto. Cuando eres tu propio jefe es muy difícil decir que no y es muy fácil sentirse desbordado. Por eso, es clave conocerse a uno mismo para saber las capacidades y limitaciones.
Antes de aventurarse en grandes proyectos, es importante que pensemos en los clientes que ya tenemos y comprobemos si vamos a ser capaces de atender a más con el mismo cariño que hasta ahora. De lo contrario corremos el riesgo de perderlos. Solo así, siendo conscientes del trabajo bien hecho, iremos ganando su plena confianza.
El siguiente paso será fidelizarlos. Evidentemente, esto no es una cuestión de dos días, sino que se consigue con una labor de acompañamiento y asesoramiento constante, mimando la relación con el cliente a lo largo del tiempo.
Para conseguirlo hay que mantener una comunicación fluida, incluso cuando haya temporadas de inactividad. En ese momento, debes aprovechar para hacerles alguna sugerencia o propuesta. La anticipación a sus necesidades es muy valorada, ya que demuestra dedicación y atención personalizada, algo que hoy es indispensable.
Aunque no todo el mundo lo valora de forma positiva, no está de más intentar encontrar algún hueco para tener un contacto de tú a tú con el cliente, tratándole como la persona que es, con sus preocupaciones y sueños que, en más de una ocasión, serán los mismos que los tuyos.
Esta situación es extrapolable a mi trabajo, un asesor financiero autónomo que es el responsable de la atención personalizada de mis clientes.
Por todo ello, con una relación de cercanía con los clientes, ayudándoles a crecer, creceremos nosotros también. Es un win-win en el que todos ganamos.
Ellos ganan en tranquilidad por dejar en manos de un profesional sus metas, y yo gano en seguridad profesional y económica por tener una cartera de clientes fijos.
De esta manera hoy me permito el lujo de tener la libertad profesional a la que aspira cualquier trabajador, consistente en decidir con quién, cuándo y cómo trabajar. ¿Qué más se puede pedir?