A final de mes, normalmente, recibimos nuestra nómina mensual. El día 1 nuestro banco nos empieza a pasar otras facturas: desde lo que hemos gastado el mes anterior a crédito, pasando por el recibo de la luz, el agua o la hipoteca, hasta la cuota del gimnasio o la suscripción a Netflix, HBO o Amazon. Y en esta lista de gastos que van reduciendo nuestro sueldo, ¿incluimos también un traspaso a otra cuenta con el único objetivo de ahorrar? Seguramente, la respuesta sea negativa.
En la mayoría de los casos os aseguro que el problema no es la capacidad de ahorro.
Si tienes ambas aptitudes, entonces te será más fácil de lo que piensas. ¿No crees? ¡Granito a granito se logran grandes cosas!
Hoy te explicamos un método para que consigas ahorrar de forma periódica sin exigirte grandes sacrificios. Tan solo debes cambiar el chip...
¿Cómo se convierte el ahorro en un hábito?
Antes de nada, ponte metas. ¿Para qué quieres ahorrar? ¿Para los estudios de tus hijos? ¿Para la vivienda de tus sueños? ¿Para tener un gran futuro? Sea cual sea tu sueño, puedes alcanzarlo si logras un hábito de ahorro en tu día a día.
¿Cómo? Haz que tu ahorro sea un gasto más de tu cuenta corriente, como la luz, el teléfono o las extraescolares de los hijos. Eso es, ¡el recibo del ahorro!
Págate a ti el primero y crea una aportación regular de forma automática.
Piénsalo: este es el único recibo que no es un gasto, sino una inversión.
El truco está en contabilizar este “gasto” fijo justo después de cobrar la nómina. No puedes dejarlo para final de mes, esperando a ver lo que te sobra… Con esa mentalidad, lo más probable es que casi siempre encuentres excusas para utilizar el remanente en un gasto prescindible.
Al igual que cualquier recibo ordinario que se cobra de forma automática a principios de mes, programa una transferencia periódica a tu particular “hucha financiera”, donde no pierda valor.
Además, debemos asumir que con ahorrar no basta. Si no ahorramos nos enfrentamos a un gran riesgo, pero si dejamos nuestro dinero inmóvil, también. Por eso, cuanto antes acudamos a los mercados financieros y pongamos a trabajar nuestro ahorro, antes comenzaremos a ver los beneficios de ahorrar e invertir con tiempo.
La idea es conseguir que lo ahorrado vaya creciendo. Piensa que, a priori, no vas a necesitar ese montante en el corto plazo (al menos, esa es la idea del concepto del ahorro), por lo que mientras lo tengas apartado, ponlo a trabajar.
Una vez hechos “los deberes”, lo recomendable es contar con el apoyo de un asesor financiero que te ayude a planificar el ahorro. Junto con él, podrás diseñar un plan que te permita definir el objetivo por el cual tu ahorro se convertirá en un recibo al mes.