Sábado, cliente, desayuno con diamantes… Que peliculón.
Para para, que me estoy yendo por las ramas.
Sábado, 26 de septiembre 12:00.
– Iván: ‘Yo quiero un cortado y una Napolitana de jamón york y queso’
– A mi me pondrás un café sólo con hielo por favor.
El sitio es una maravilla, con su música chill-out de fondo y un ambiente agradable para sacar tu ordenador y disfrutar de tu trabajo.
En mi página web pone algo de que “mis clientes son mis amigos…”
Bueno, no se si son mis amigos exactamente. Lo que sé es que más allá de ser su asesor financiero los escucho.
Aunque esta vez Iván se quedó un poco despagado.
Llevaba más de 3 minutos hablándome y yo me había quedado fascinado de cómo se comía su napolitana.
Empezó a comerse los bordes. Primero los laterales. Luego las partes de arriba y de abajo. Fue apurando hasta quedarse con el centro. Un centro bien relleno de queso fundido y jamón… Daba gusto ver cómo se lo comía.
¿Qué haces Marcos?
No tuve más remedio que explicarle que es lo que tanto me asombraba de aquella forma de comerse la napolitana.
Todos tenéis una paciencia tremenda para comeros esos exquisitos hojaldres, le dije.
Estáis 10 minutos para comeros la napolitana entera y esperáis 9 minutos para disfrutar a penas un instante del sabroso centro relleno.
Soy un poco friki de esto de las finanzas y estaba pensando en la última vez que nos vimos.
Te propuse destinar un parte de tu ahorro de cara a tu futuro.
Estabas de acuerdo en que nos depara un futuro incierto y chungo, pero ahorrar durante 40 años… ¡BF, PASO!, me dijiste.
Te comprendo. Así pensaba yo. Pero piénsalo bien:
Sois incapaces de tener paciencia durante 40 años para disfrutar de más de 20 años de hacer lo que os de la gana. De estar tranquilos.
Claro, ser paciente en un intervalo de 10 minutos es fácil, pero durante 40 años no tanto.
Pues Iván… Te recomiendo que tengas paciencia ahorrando un poquito todos los meses durante 40 años porque sino…
¡No tendrás ni para napolitanas!